En una de las pláticas más comentadas del Talkpush Americas Summit 2025, Raquel y Luis, parte del equipo global de implementación. Explicaron por qué adoptar inteligencia artificial en reclutamiento no es solo un proyecto tecnológico, sino un proceso profundamente humano.
En lugar de hablar de features, métricas o interfaces, ofrecieron una perspectiva distinta: la adopción de IA sigue las mismas cinco etapas del duelo descritas por Elisabeth Kübler-Ross. Y, como han visto en implementaciones alrededor del mundo, cada empresa y cada reclutador atraviesa estas etapas una y otra vez.
Este es un resumen editorial de esa charla, pensado para equipos de Atracción de Talento que hoy están enfrentando el cambio.
La primera reacción que surge cuando una empresa adopta IA es la negación.
Aparecen frases como:
“Nuestro proceso es distinto.”
“No creo que el bot entienda lo que hacemos.”
“Suena muy bonito para ser cierto.”
Aunque la dirección esté comprometida con la transformación digital, el equipo operativo suele compararse con otras compañías y asumir que su caso es la excepción. Según comentaron, en los primeros años de esta ola tecnológica el 42% de los proyectos de IA se quedaban atorados justamente aquí. No por fallas técnicas, sino porque la organización nunca cruzaba el umbral emocional del cambio.
La idea clave: si una solución funciona en empresas con retos similares, también puede funcionar en la tuya.
Después de la negación llega el miedo, y el miedo se transforma en frustración.
Miedo a perder control.
Miedo a perder el trabajo.
Miedo a no entender el sistema.
Durante las reuniones de arranque, los reclutadores preguntan hasta dónde llegará el bot, qué cosas automatizará y qué impacto tendrá en su día a día. Y cuando aparece el primer error o el primer mensaje imperfecto, algunos lo usan como evidencia de que la tecnología “no sirve”.
Raquel y Luis explicaron que esta reacción no es resistencia deliberada: es la forma en que nuestro cerebro responde ante lo desconocido. La salida está en la educación: preguntar, explorar, aceptar que no lo sabemos todo y permitir que el sistema mejore con el uso.
Cuando la ira empieza a bajar, muchos equipos entran en la etapa del “sí, pero…”:
“Sí funciona, pero mejor extendamos el piloto.”
“Ya vimos algunos resultados, pero probemos solo con un área.”
“Mejor esperemos para no arriesgar la operación.”
La negociación se convierte en un estira y afloja emocional entre avanzar y frenar. Para evitar que esta etapa se vuelva infinita, recomiendan fijar un periodo de compromiso absoluto —30, 60 o 90 días— en el que todos usen la herramienta como si ya fuera la solución definitiva. Solo después se analizan los resultados.
La consistencia, no la perfección, es la clave para salir de esta fase.
Esta es la etapa más peligrosa y, según los ponentes, la más común.
La depresión no se ve como tristeza; se ve como apatía.
La gente deja de conectarse.
Deja de reportar problemas.
Deja de probar cosas nuevas.
Deja de preguntar.
Deja de importar.
Los reclutadores vuelven a la llamada manual porque “es lo que saben hacer”, las áreas dejan de impulsar la iniciativa y la transformación comienza a desmoronarse silenciosamente. En esta etapa, el 82% de las compañías abandona su proyecto de IA, no porque la tecnología falle, sino porque la organización pierde impulso emocional.
Hablar de esta etapa, reconocerla y pedir ayuda a tiempo es la única forma de superarla.
Cuando la empresa logra atravesar la apatía, llega el punto de inflexión.
Los equipos empiezan a proponer mejoras.
El modelo se ajusta cada vez más a la operación real.
Los reclutadores confían en los procesos automatizados.
La IA se expande a referidos, concursos internos, screening, entrevistas y más.
Hace un año, solo el 8% de las organizaciones conseguía escalar la IA a toda su operación. Ese número está creciendo, y muchas de las empresas presentes en el Summit ya forman parte de ese avance.
Es aquí donde la IA deja de sentirse como un “extra” y pasa a ser infraestructura del proceso de contratación.
La charla cerró con una analogía sencilla pero poderosa:
adoptar IA es como recibir un pasante nuevo.
Si no lo corriges, no lo capacitas y no le explicas cómo funciona tu operación, no podrá ayudarte.
Pero si cada día lo entrenas un poco —corrigiendo mensajes, afinando flujos, mejorando prompts— ese aprendizaje compone y el sistema mejora de forma permanente.
Los equipos que triunfan con IA son los que adoptan ese rol de coach: curiosos, pacientes y conscientes de que cada ajuste pequeño genera impacto en escala.